jueves, 31 de marzo de 2011

Circo

Vamos a ver si puedo retomar un poquito el blog, es viejito pero vale :P


Un payaso triste me mira con cara de reclamo, y no puedo hacer nada más que mirar hacia otro lado, hacer de cuenta que no lo noté. Sus ojos guardan un secreto, un secreto por el que muchos matarían, un secreto que hoy no conoceré, porque no tengo el valor suficiente, porque no es el momento, porque no soy el indicado para andar averiguando trivialidades. El malabarista dentro mío está a punto de terminar su función, esa que duró ya un tiempo inmemorable, de la cual ya más de la mitad de la grada estaba esperando su final, su remate, su cierre, el que nunca les di, el que nunca les perteneció. Mi contorsionista se quiebra de mentiras, mentiras que nadie habría querido escuchar de saber que eran aquello que aborrecían, que estaban cansados de escuchar. Está seco, por eso se quiebra, lo exprimieron, le chuparon hasta la única gota de lo que valía la pena dentro suyo, y allí está, en la misma posición desde hace ya años, sin entender porque no puede volver sus piernas por debajo de su cintura, por que no puede ver al mundo de pie como se acostumbra. El trapecista está cansado de saltar problemas, por lo visto esta decidido a enfrentarlos, aunque sea arrastrándose, no se da cuenta que eso le saca merito a su oficio, solo sabe que los tiene que afrontar, o explotará desde adentro, o se quebrará como el contorsionista seco. Por eso desde ahora preferimos sonreírle a lo desconocido, hacer nuestro mejor número y afrontar los problemas como buenos domadores de leones (aunque esa tampoco sea la mejor solución).

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